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Consejos para cuidar a tu caballo tras una ruta larga por alta montaña

Las travesías por terrenos montañosos representan un desafío tanto para el jinete como para el caballo, por lo que una atención adecuada post-ruta es esencial.

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Para muchos amantes de la montaña que visitan el Pirineo aragonés, las rutas a caballo son un plan ideal para recorrer las cumbres más importantes y conocer el entorno natural del Valle de Benasque de una forma diferente. 

Las travesías por terrenos montañosos representan un desafío tanto para el jinete como para el caballo, por lo que una atención adecuada post-ruta es esencial.​ Ya hayas optado por una ruta ecuestre guiada o emprendido un itinerario a caballo por tu cuenta, después de un recorrido exigente por terrenos de alta montaña lo más importante es brindar a tu montura los cuidados necesarios para garantizar su bienestar y pronta recuperación.

Hidratación y alimentación: la base del cuidado equino

Durante la ruta, el caballo pierde una cantidad significativa de líquidos y sales minerales debido al esfuerzo físico. Es crucial reponer estos elementos para evitar problemas como cólicos. Después de la travesía, ofrece agua en pequeñas cantidades para evitar que beba en exceso de forma repentina y procure que el agua no esté excesivamente fría. 

Hay que recordar que no es recomendable pasar de una actividad física intensa a un parón súbito.

La nutrición es clave para mantener a un caballo sano y en buen estado físico. Por eso, es importante proporcionarle una alimentación equilibrada que incluya heno de buena calidad y piensos específicos para caballos (si los requiere). Su dieta debe estar compuesta principalmente de forraje de alta calidad, como heno o pasto fresco. Además, hay que asegurarse de ajustar las cantidades según el peso y el esfuerzo realizado.

Higiene y revisión física

Al finalizar la ruta, revisa con cuidado todas las extremidades del caballo para asegurarte de que no hay rozaduras ni tiene golpes ni heridas, especialmente en la cruz y la zona del paso de cincha. Inspecciona también los cascos del caballo para asegurarte de que sigue herrado, no haya piedras ni daños importantes en los cascos. 

En la zona en contacto con la brida asegurarse que no hay rozaduras. Después, es recomendable cepillar al caballo para eliminar los restos de sudor, polvo y vegetación que puedan haber quedado atrapados en su pelaje, crines o cola. Esta rutina no solo mejora el bienestar del caballo, sino que también permite detectar posibles heridas o irritaciones en la piel. 

Presta especial atención a zonas propensas a rozaduras, como el dorso y el paso de cincha, así como las zonas en contacto del pecho petral y la baticola. Para prevenir lesiones, asegúrate de que la montura, el sudadero y las alforjas estén bien colocados y en buen estado. Utiliza materiales que minimicen la fricción y revisa regularmente la piel del caballo para detectar signos de irritación. En caso de encontrar alguna lesión, limpia la zona afectada y aplica un tratamiento adecuado para evitar infecciones.​

Descanso adecuado y revisión del equipo

Después de una ruta ecuestre larga, el caballo necesita descansar en un lugar tranquilo y cómodo. Es importante quitarle la silla, el sudadero y cualquier otro equipo para permitirle relajarse sin molestias. 

Al finalizar el recorrido, inspecciona el equipo de monta para asegurarte de que no haya daños que puedan causar molestias o lesiones en futuras salidas. Verifica que las cinchas, estribos y demás componentes estén en buen estado y limpios. Un equipo en mal estado no solo afecta la comodidad del caballo, también puede comprometer la seguridad del jinete.​

Al finalizar la ruta, revisa con cuidado todas las extremidades del caballo para asegurarte de que no hay rozaduras ni tiene golpes ni heridas.

Seguimiento posterior a la ruta

En los días posteriores a la ruta, observa el comportamiento del caballo por si mostrara signos como apatía, cojera o pérdida de apetito. Esto puede indicar problemas de salud que requieren atención veterinaria. Recuerda administrar sal. Una atención adecuada no solo previene lesiones y enfermedades, sino que también fortalece el vínculo entre el jinete y su equino. 

Hay que recordar que no es recomendable pasar de una actividad física intensa a un parón súbito. Por eso, aunque sin duda el caballo tiene que descansar, si está en un prado o un paddock donde pueda ejercitarse, no le irá mal. Realizar alguna actividad física de baja intensidad, como paseos cortos, no es descartable. 

Recuerda que un caballo bien cuidado es un compañero confiable y dispuesto para futuras aventuras en la montaña. Y, si quieres organizar recorridos ecuestres de forma autónoma, recuerda que en Anima Equi ofrecemos un Curso de Iniciación al Turismo Ecuestre donde aprenderás a preparar rutas largas a caballo por tu cuenta. Si prefieres contar con un guía, no te pierdas nuestra oferta de rutas ecuestres por el Pirineo aragonés.

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