Arquitectura medieval: 5 pueblos del Pirineo aragonés que debes visitar
Descubre cinco pueblos imprescindibles que te transportarán a la época en que el arte románico florecía en el Pirineo.

A continuación, presentamos cinco destinos imprescindibles: Benasque, Anciles, El Run, Cerler y Sahún, que nos transportarán a la época en que el arte románico florecía en el Pirineo y esta región era el centro de importantes rutas comerciales y de peregrinaje.
Benasque, el centro neurálgico del Valle
La villa de Benasque tiene una población de 2.362 habitantes y es un destino turístico muy popular entre los amantes de la naturaleza y los deportes de nieve. Entre sus puntos de interés destaca el Palacio de los Condes de Ribagorza, un edificio renacentista de piedra con elegantes ventanales, en cuya fachada podemos contemplar los bustos de los condes que encargaron su construcción.
Otro monumento que destaca en su casco urbano es Casa Juste, una casa fortificada del siglo XVI, considerada Bien de Interés Cultural. Su torre rectangular y almenada, con 18 metros de altura, es visible desde muchos puntos de la localidad. En la plaza del Ayuntamiento también podemos encontrar la iglesia de Santa María la Mayor, que data del siglo XI, aunque ha sufrido numerosas reformas posteriores.
A la salida de la localidad, sobre un cerro rocoso y escarpado, se encuentran las ruinas del Castillo de Benasque, construido en el siglo XVI por orden del rey Felipe II. Según los planos que se conservan, se trataba de una gran fortaleza de planta alargada y estrecha, de unos 100 metros de longitud, de la que hoy en día solo se conservan algunos cimientos.

Anciles: un tesoro medieval a orillas del Ésera
Esta pequeña villa medieval de menos de 30 habitantes está situada a solo dos kilómetros de Benasque. Su casco urbano es famoso por sus imponentes casonas señoriales, construidas en los siglos XVI y XVII por los poderosos ganaderos del valle como símbolo de estatus y poder. Entre ellas destacan las casas de Barrau, Sebastián, Sort, Escuy, Mingot y Suprián, esta última con una majestuosa torre de cuatro aguas.
Estos edificios presentan gruesos muros de piedra, arcos, patios interiores ajardinados y detalles arquitectónicos únicos, como sus aleros tallados o los barrotes en forma de espiga que adornan las ventanas. También son característicos algunos tejados en escalera, un rasgo distintivo de la arquitectura del valle. En el centro del pueblo se encuentra también la iglesia de San Pedro Apóstol, de origen románico y con elementos decorativos barrocos del siglo XVIII en su interior. Más allá de su patrimonio, Anciles destaca por su bello entorno natural, ideal para el senderismo y las rutas a caballo.
El Run, monumentos y parajes naturales
Esta pequeña villa de apenas 80 habitantes se halla enclavada en un marco de gran belleza, cerca de un gran bosque. Su principal punto de interés es la ermita de la Virgen de Gracia. Construida en el siglo XI, por iniciativa de los monjes de Santa María de Lavaix, su arquitectura corresponde al estilo románico lombardo, que fue introducido en el valle por talleres de artesanos procedentes de la Lombardía italiana, y puede apreciarse en las bonitas decoraciones de arquería lombarda de la ermita, las ventanas geminadas, los arquillos ciegos y el friso de dientes de sierra situado bajo la cornisa.
Al subir a la ermita, es recomendable hacer una parada en la plaza del albergue para ver la Fuente de los Siete Caños, un caudaloso manantial cuyas heladas aguas provienen de galerías subterráneas. En el centro del casco urbano de El Run se levanta la iglesia de San Aventín, que también merece una visita.
Cerler: románico entre montañas
Esta localidad es una de las más altas de los Pirineos, situada a una altitud de más de 1.540 metros y se extiende hasta la base de la estación de esquí Aramón Cerler, una de las más populares de la región. Su núcleo urbano gira en torno a la parroquia de San Lorenzo, con un casco antiguo que preserva la arquitectura del valle de Benasque, caracterizada por sus casas de piedra, forja, pizarra y madera.
Entre sus puntos de interés destaca la sencilla ermita de San Pedro, situada en la parte alta del pueblo, desde donde puedes disfrutar de una espectacular panorámica; o la Casa Cornel, uno de los edificios más antiguos de la localidad. Esta casa, hoy convertida en un pintoresco hotel, data del siglo XII y conserva su estructura original de casa-patio. Otros ejemplos de este tipo de arquitectura noble son la Casa Santamaría y la Casa Antondós. Merece también la pena visitar el antiguo lavadero, construido en 1934 y hoy restaurado, que nos recuerda su importante papel social en la vida del pueblo.
En los alrededores de Cerler también se pueden visitar los restos de una antigua explotación minera de pirita de principios del siglo XX.
Sahún: entre la tradición y la historia
Ubicado en el centro del Valle de Benasque, Sahún es uno de los pueblos que mejor conserva la arquitectura tradicional del Pirineo, con casas de piedra y grandes portalones. Con una población de algo más de 300 habitantes, entre sus edificios de interés destaca la iglesia parroquial de San Juan Bautista, de estilo románico del siglo XII, aunque sufrió varias reformas renacentistas en los siglos XVI y XVII.
Hay que mencionar también su campanario del siglo XIX, que luce orgullosamente una inscripción en latín con el nombre de su constructor: Lachintus Bardona Me Fecit. A los pies de este campanario, la noche del 23 de junio se hace una hoguera en la que se encienden las Fallas, unas antorchas elaboradas con una rama de avellano, en cuya punta se atan cortezas de abedul. Se trata de una fiesta pre-cristiana vinculada a la llegada del solsticio de verano.
En una de las lomas que rodean la villa también podemos encontrar el Santuario de Nuestra Señora de Guayente. Según la leyenda, un caballero llamado Hernando de Azcón ordenó levantarlo en 1070, después de que se le apareciera la Virgen en las Roques Trencadas. Construido entre los siglos XII y XVI, el santuario se compone de una residencia prioral y la iglesia, y en su altar mayor se conserva un delicado retablo renacentista que narra la vida de la Virgen.
Un recorrido por el románico del Pirineo aragonés
Explorar el románico del Pirineo no solo es un placer estético, sino también una forma de conectar con la historia y el legado de quienes habitaron estas tierras hace siglos. Estos cinco destinos ofrecen una visión única del románico en el Pirineo aragonés, combinando arquitectura, historia y entorno natural. Recorrer sus calles y templos permite adentrarse en una época en la que el arte y la espiritualidad se plasmaban en cada piedra.
Para los amantes del turismo cultural y del patrimonio histórico, estos pueblos representan una parada obligatoria en su viaje por los valles pirenaicos. Si, además, te apetece explorar el paraje natural que los rodea a través de una de nuestras espectaculares rutas a caballo, no lo dudes y contacta con Anima Equi.